CUENTO DE UN GUÍA

Orense, 28-5-2014 mensaje de un Guía


Recibido por Mª de los ángeles Vázquez Pérez:

 Soy uno más que quiere decirte lo ansioso que estoy, por decirte que estoy enamorado de esta vida que tengo aquí y del trabajo fantástico que realizo llevando mensajes de Amor a todas aquellas personas que realizan con sus sentimientos muy buenas acciones, y están colaborando seguidamente con su corazón, llenándolo de positividad y acercándose a seres que necesitan de esta ayuda tan altruista; que necesariamente están en el camino del despertar y por alguna causa no conocida se encuentran en un nivel bastante reducido de conciencia. Lo que yo le puedo hacer es, a través de otros enviados proyectar Luz a sus sombras y que estas se disipen y puedan alcanzar la máxima frescura en un momento de lucidez.
Estando yo hablando con su Guía, este me dijo: -Deja que se acerque este que viene tan atolondrado, y de repente se detuvo como por arte de magia. Su Guía me miró y me dijo:

  -Valla, valla, llevo tantos años con él a su lado y no puso interés en nada. ¡Cuánto entusiasmo invertí para que me escuchase y pusiese un poquito de interés, solo un poquito, y mira tú que nos reunimos aquí los tres..! Se ve que con la energía que pudimos emitir él canalizó y por un instante se detuvo a observar lo que pasaba en su interior.

 ¡Qué descubrimiento! Había sentido algo en el pecho y tenía que observar el Amor que había nacido en ese instante, y no sabía el porqué, pero se estaba comportando como otra persona distinta. No pensaba igual que antes. Su cabeza empezó a dar vueltas y vueltas pensando a que se debía este cambio tan drástico. De ser un crítico negativo, a ser un crítico constructivo.

 Él mismo se asombraba y pensó en tener un encuentro con un sacerdote amigo, y que este le explicase todo, porque apenas podía creer lo que le ocurría. Y cuando se acercó al sacerdote, este estaba confesando a sus feligreses, y pensó: -Este es el mejor momento, me confieso y ya está.

 Cuando le tocó el turno a él, se arrodilló en el confesionario y dijo: -Buenas tenga usted padre. Necesito preguntarle por algo que me tiene intrigado desde hace algún tiempo. Soy ateo y no creo en nada, pero siento un Amor muy bonito dentro de mí y solo tengo ganas de hacer el bien.

  El sacerdote que no lo había reconocido, le dijo: -Hijo mío, tú sabes que Dios está ahí para asombrarnos y darnos testimonio de que Él puede hacer que nuestra manera de ser cambie de un momento a otro, y eso, hijo mío, lo está haciendo contigo. ¿Te sientes acaso castigado por ello? ¿No, verdad? Pues disfrútalo que algo harías bien para Él darte este merecido regalo, y con mucho entusiasmo salió del confesionario.

  Frente la iglesia había un parque lleno de árboles y se dirigió a él, y tomando un sendero secreto se sentó en un frondoso árbol. Los transeúntes se fijaban en él por su gran sonrisa y sus gestos llenos de ternura al ver a los niños. Cuando se sentó bajo el árbol se quedó dormido, y en el sueño vio a su querido protector y le preguntó: -¿Qué me diste para que pasase de ser un estúpido a ser un ser de bien?      

 Él, con todo su cariño le respondió: -Nada hice, solo esperar un nuevo amanecer y proyectarte mucho Amor, y todo llega. Los necios también se dan cuenta que tienen un corazón para algo más que bombear sangre al cuerpo.

 Él, ilusionado, tomó la referencia que su Guía le estaba dando y se le antojó preguntar: -¿Y todos los humanos somos tan torpes que no nos damos cuenta de esto tan hermoso que tenemos? ¡Cómo podemos rechazar tal regalo!

El Guía se rio y dijo: -¡Claro! pero poquito a poco aprendéis, y cuando lo hacéis no lo dejáis porque os gusta estar en sintonía con lo precioso que es todo esto.

Del árbol vio como caían unas perlitas de colores y él dijo: -¿Qué es esto tan precioso?
 Es la energía que te está dando el árbol por ser tú, por haberte dado cuenta de que este precioso arbolito que lleva años aquí regalando tanto Amor a todos los que se sientan bajo él, le produce frescura y serenidad, como te pasó a ti que te has quedado dormido, sino, no me podrías ver.

 -¿Y cómo es eso que aquí te veo tan bien?

 Porque yo así lo quiero; y deseo decirte que todos los seres tenéis un ser que os protege. Lo podéis llamar de muchas formas. Cuando sois niños somos el ángel de la guarda. Cuando sois adultos somos los que vigilamos los sueños de la vida, pero siempre que sean justos y no hagan daño a los demás. ¿Entiendes lo que quiero decirte?

 Tú puedes tener un sueño hermoso y lo deseas, pero en ese sueño puede que esté involucrado alguien que no pueda tener algo en ese momento, por no creer, o por desconfiar lo suficiente, y entonces ese sueño tardará un poquito más en ser recibido. Pero hijito querido, tú que has despertado y has visto la diferencia que hay, ¿Cómo quieres seguir, cómo antes o como en este momento recibiendo la energía de este precioso árbol?              
 -No, no quiero retroceder, me siento muy bien.

 De pronto, en el otro costado del árbol había una chica preciosa que hacía gestos con las manos y estaba sola. Acto seguido vio cómo su Guía se hacía a su lado y tenían una conversación. La chica miraba en la dirección como indicándole algo a su Guía. De pronto, este se elevó y ella se quedó sola reposando su cabeza en un ángulo del árbol y soñó que conocía al personaje que estaba a su lado. Se les presentó y casi a la par se despertaron sintiéndose un tanto tímidos, puesto que no se habían visto para nada.

 Los dos avergonzados no sabían que decirse, solo que estaban cansados del trabajo agotador que tenían en sus empresas. Hablaron y se disculparon uno al otro, y en ese diálogo de tortolos no entendían lo que estaban sintiendo. Al mirarse, sus corazones se habían reconocido y se sentían atraídos. Hablaron de mil cosas y no sabían cómo hacer para quedar y verse de nuevo.

 Pero él, que manejaba su corazoncito, dijo más atrevido: -¿Tienes novio?

  Ella respondió que no, pero le dijo: -Podemos quedar después del trabajo, ¿qué te parece?

Él, todo entusiasmando, dijo: -¡Vale! y así lo hicieron.

 Los dos en sus respectivos trabajos, ahora rendían más porque estaban ilusionados y la ilusión los cautivó. Eran seres felices y comenzaron una nueva vida con grandes proyectos, puesto que él recordaba dentro de su ser toda la experiencia vivida y su Guía no los abandonaría jamás. Es su trabajo, su responsabilidad, como la mía en estos momentos es dar rienda suelta a la imaginación y hacer que todo sea fantástico y que solo puedas sentir la felicidad y la dicha por estar en conexión conmigo y hacer que esto sea lo primero en vuestro corazón; y desear lo mejor para todos y cosechar éxitos en todos los lugares de este planeta.

 Yo, mi querida amiga, sigo estando a tú lado dándote fuerza para que superes los miedos que hay en ti y te obligues a ser más feliz. Sé que esto tú también lo deseas y lo conseguirás, ¿verdad que así será? No se puede dudar, los hechos, hechos son.
 Con Amor me despido, dándote las gracias de todo testimonio que para algunos puede ser muy positivo. La Luz y el Amor están siempre de la mano. Que Dios mismo os ayude a sembrar más semillas del bien.

 Con Amor y gratitud, hasta otro momento de encuentro. No es casual, todo está previsto.

   Luz y Amor, Luz y Amor, Luz y Amor.















La Luz que yo veo, está en tú corazón.



La brisa que yo busco está en tú alrededor.



La sonrisa que tu boca produce, es un canto de Amor.



La golondrina que tú eres, me llena de resplandor.



Las cosa más lindas que tú me dices, te salen del corazón.



La Luz de tú mirada, la veo en una tierna flor.



La felicidad que yo te entrego, en tú corazón permanecerá.



La dicha, la paz y la bondad, en ti eternamente estarán.



¡Oh mi niña! qué sueño más dulce tengo. Solo tú sabes de qué padezco y el Amor tan grande que yo te tengo.



Sabes lucero mío, que estando despierto no te veo, y cuando duermo, te busco y no te encuentro.



Quisiera, princesita mía, decirte que sí estoy a tú lado llenándote de Amor y pasión; y regalándote un brazalete de jazmín para que cuando pienses en mí te sientas prisionera de este Amor tan grande, y la bondad y la generosidad estén en tú diario vivir.