EL AMOR NUNCA MUERE

Algeciras, 26-5-2014 Carta de Amor, desde el más allá


Canalizado por Carmen Aparicio Rivero:

 Amada Condesa, el Amor es algo tan sublime que pueden ser dos almas en una sola.
Y si algún día la muerte nos separa, solo será a nivel físico, ya que mi esencia seguirá amándote, donde quiera que tú estés.
Tú eres un ser con tanto Amor que podrás soportar mi ausencia. No sabes cuánto le agradezco a la vida que nos hayamos encontrado en esta existencia...

 Hemos sido el uno para el otro, almas sanadoras. Más yo cumplí mi contrato que traía desde el Hogar, y por eso quiero pedirte, amada mía, que te des permiso para dejarme ir a la Luz; y entonces seré tú ángel que descienda para ayudarte a volar y a crecer.

 Ahora abre tus brazos y recibe esta Luz que te envuelve. Yo te daré esperanza y protección.
 Tú eres un alma que viniste a este mundo para ayudar a los demás. Con tu libre albedrío, puedes convertirte, -En víctima o en vencedora.

Nunca como en estos momentos hemos estado tan cerca el uno del otro. No te quedes enganchada en el dolor. Ahora, Condesa, es cuando empieza el verdadero encuentro entre nosotros, si renunciamos al cuerpo físico, y eso significa: entrega y donación. Tú sabes lo tiernamente que eres amada.

 Aunque es duro aceptarlo, todo ocurre para nuestro bien. No debes entristecerte, y con el tiempo te darás cuenta que sucedió lo mejor para nuestra evolución.

 Tú tienes muy claro tú camino y no puedes volver atrás. No estás sola ni abandonada. No hay ni habrá un vacío a tú alrededor. ¡Aquiétate!, aquiétate y espera que yo velare tus sueños, y no te diré a dios mientras me necesites. Estoy tan cerca de ti que me puedes llamar cuando quieras.

 Ahora comprenderás, que en estos momentos tan duros no podía decirte todas estas cosas. Lo más importante que te hubiera dicho es, -Que no dejes que la muerte te desgarre el corazón.

  Estaré contigo, acompañándote y arropándote con ternura, porque tú lo mereces todo, porque eres maravillosa y lo que siento por ti, es un bálsamo que servirá para curar tus heridas.

 Tendrás señales; y no será necesario que sean ángeles, maestros o guías, pues también existen humanos de a pie que pueden ayudarte.

   Hasta siempre, Condesa.