INTENTAIS VIVIR LA VIDA DE VUESTROS HIJOS Y NO OS DAIS CUENTA QUE NO OS PERTENECEN





Orense, 9-9-2014 Mensaje de Mateo

 Canalizado por Felisindo:

 Amados míos, os doy gracias a todos vosotros por el Amor que me dispensáis. Os agradezco toda esta Luz y este Amor que llena mi corazón.
Hermanos, el Amor no tiene palabras de definición, es el Amor incondicional hacia todos nuestros hermanos y hacia todo ser con vida. Tenemos que tener mucho cuidado y no dejarnos llevar por determinadas apariencias. Hay sitios que son sagrados y hay palabras que no tienen cabida en determinados lugares.

Os imagináis que a la casa de nuestro Padre vallamos con palabras que no están en la Luz. La Luz lo es todo: nuestros pensamientos, nuestras obras, nuestras palabras, nuestras acciones, el saludo, el abrazo. Todo eso es la Luz.
 Hermana mía, tú tienes que estar donde tienes que estar, y cuando hay hermanos. Vosotros estáis acostumbrados que cuando un hermano necesita de un hospital, de un sanatorio, cuando ya no tiene necesidad de estar allí se le da de alta. No le demos importancia a determinadas palabras, porque todos los seres de Luz, de mucha Luz, o de menos Luz, son los primeros que cuando los hieren, es cuando demuestran que están en la Luz.

 Queridos hermanos, la Luz la tenemos que generar todos nosotros todos los días. Hay mucha gente entre vosotros que caminan y van de un lado para otro y no son recibidos de la forma que ellos se merecen, pero eso también los hace grandes. No todo el mundo está a la altura de recibir esas lecciones, amarlas y pedir por ellas. Es fácil que cuando te dan un vaso de agua tú le des dos, eso es fácil; pero cada ser está en su lugar y tendrá que moverse de cada lugar según los demás hermanos lo necesiten.

 No hemos venido aquí, muchos de los seres como vosotros, de Luz, a cuidar de nadie en concreto; sino a pisar cada centímetro de tierra donde sea necesario, y la energía la creamos, como he dicho: -día tras día-, con nuestros hijos, nuestros padres, vuestros hermanos, vuestros amigos. La gente que no está muy de acuerdo con vosotros, aprovecharla, esos serán vuestros maestros.

 En las peticiones pedimos y pedimos, y volvemos a pedir; y no nos damos cuenta que estamos pidiendo: hoy, mañana, dentro de un año, dos años, y no reflexionamos. Nuestra vida, ¿Qué hacemos de ella? ¿Qué hacemos de la vida? ¿Aprendemos día tras día? ¿Tratamos igual a un hijo que a una hija? ¿Disculpamos lo mismo lo que nos hace un hijo de una hija?

  El Amor es hacia los hermanos. Intentáis vivir la vida de vuestros hijos y no os dais cuenta que no os pertenecen. Las madres sois muy proclives a ser demasiado protectoras.

  ¿Quién os quiere más, la Madre María, o vuestro Padre? Los dos son Amor Puro, Luz. ¿No os dejan a vuestro libre albedrío tanto que vengáis como hombre o como mujer, o como otra opción? pues cualquier opción, aunque sea sexual, pertenece a la Luz. La Luz lo es todo si nosotros queremos mejorar; y si no, ahí tenéis ejemplos a vuestro alrededor, y como hay hermanos que mejoran más y otros menos.

  Vosotros tenéis que ser ejemplo y dejaros de poner de ejemplos en otras personas que creéis que son de mucha Luz. Hay seres entre vosotros de mucha Luz, de mucho ejemplo. En otras salas he escuchado poner a Allan kardec en un pedestal, y se lo merece, yo no soy nadie para decir que no se lo merece. Para mí ha sido uno de los maestros de Luz que han venido a la Tierra; uno de los más, entre los muchos. El amigo Sebastián de Arauco, el amigo Isaías, todos hermanos nuestros.

  Hay salas en las que se ha escuchado y como esos, otro que me queda, que también es un ser de mucha Luz como es: Divaldo Pereira, un gran conferenciante, un hombre que ha pasado y ha sufrido mucho en su vida. Pero cualquiera de ellos no es un ser de Luz más elevado ni tiene más mérito que un sencillo ser que tiene catorce hijos y se las tiene que valer ella sola, amamantarlos, darles de comer, darles cariño, trabajar para todos.

 A veces buscáis en el más allá, cuando lo tenéis a vuestro lado. Es todo Amor, eso es mérito, el mérito de esas personas que van a esos grupos y que les dicen que sus comunicados no están a la altura...
 La Luz como bien exponía nuestra querida hermana, mi querida hermana, la Luz está ahí para todos; o nos acercamos, o nos alejamos. La Luz no es exclusiva de nadie. Nuestra vibración y nuestros méritos día tras día nos acercan, porque el mérito lo tiene el cumplir con tú obligación; no sentarse en el sillón de un avión y marchar de un lado para otro, dar una conferencia y yo vivo, yo he contribuido al planeta...

  ¿Qué mérito tiene? El mérito lo tiene esa mujer de Luz, esa mujer sabia, esa mujer luchadora. Esa mujer que día tras día camina y camina y lleva la Luz, la transporta. Yo quiero rendirle un homenaje a esa mujer; sin olvidar que es una madre que ha tratado exactamente igual a los hijos como a las hijas. Porque las madres como madres, muchas veces el comentario vuestro en la Tierra es: -Es que el hijo de mi hija es más hijo que el hijo de mi hijo.

 Hermanos, a veces no permitís con vuestra actitud que determinadas personas demasiado protegidas se puedan elevar. La elevación y el Amor a Dios salen cuando no vemos otra salida, cuando ya no tenéis otra solución.

  Entonces, cuando nuestros hijos no quieran la Luz, no la busquemos nosotros para ellos. Ellos tienen su obligación, y si no, tienen su libre albedrío. Y no os olvidéis que todos vuestros hermanos, como decís vosotros: -de sangre-, y vuestros hijos, han venido como hijos y hermanos y a la familia, porque tienen algo con vosotros.

  Cualquiera que tenga conocimientos del porqué vienen a la vida en forma de hermanos, hijos, tíos, sobrinos, tiene su responsabilidad al impedir que esos seres evolucionen.

 Entonces, muchas veces os preguntáis o pedís al Padre que os ayude, y el Padre os deja. El Padre solo os da Amor, “SOLO” ¡Casi na! ¡Casi na! Pero os deja, y vosotros queréis vivir por los demás, porque vosotros sois más que el Padre…

 Perdonad mis expresiones, pero yo también les tengo Amor a esos hermanos y les deseo lo mejor. Mi deber, o vuestro deber, es hablar de Dios. Hablar de Dios al que lo quiera escuchar, y si no, se va a otro. Habrá otro que necesite oír hablar de Dios, que quiera conocer a su Padre. No perder el tiempo. Da igual que sea hijo, que sea el padre, o que sea quien sea.

 En algún momento habéis escuchado en esta sala que a un hermano vuestro se le aconsejó, no se le prohibió, que no debía hacer lo que estaba haciendo por su padre carnal, o de sangre. Tiene que estar por encima del mundo y las cosas mundanas. No puede, no puede. Hay que respetar las Leyes del Universo; porque tampoco se adelanta nada que vengamos a trabajar por la Luz un día o dos días, si el resto de la semana lo estropeamos todo. Al final todos somos y sois lo que queréis ser.

  El que quiere ser Luz, es Luz, y el que quiere estar trabajando y engañándose así mismo, pues se engaña así mismo. El Padre no lo castiga, eso no lo hace. El Padre os quiere a todos y os deja elegir. Cuando volvéis a cada vida todo lo que tenéis que pagar. Él simplemente puso unas leyes y una forma de vivir. El hombre las cambió.

  Como bien dice la canción: -El hombre volverá a Él-, y está volviendo. Ésta hermana dice: -la energía para cien, para miles de millones, y es libre albedrío; el que no la quiera coger tendrá que coger la maleta y largarse. Ya se le acabó el tiempo. No sufráis tampoco por esos, aunque sean vuestros hijos, porque también son hijos del Padre. El Padre quiere la Luz y el Amor para él, para ellos; pero también los respeta. ¿Hay algo más bonito que el querer estar más cerca de la Luz, el Amor y la Paz?

  La Luz, el Amor y la Paz. ¿Cuántas veces al día nos acordamos de ella? Eso sí, cuando necesitamos de ellas ahí está. ¿Qué significado tienen estas palabras tan bellas? ¿Qué significan? La Luz es del Padre. El Amor de nuestro Maestro, y la Paz la energía del Espíritu Santo.

  Con esos tres pilares os quiero dejar, porque son los tres a los que aspiramos todos para estar a su lado y servirles. Y como yo os amo, os deseo estar siempre en la Luz y os quiero dejar en su compañía. Y les pido a ellos tres. Uno más a pedir, para que os ayude en vuestras formas de vida, vuestros pensamientos; y para que os cuide y os protejan en vuestros momentos mundanos.

 Que así sea, y así es.