COMPARTAMOS ESTE BELLO PLANETA JUNTOS


Resultado de imagen de imagenes de solidaridad






Orense, 5-8-2015   Por un mundo más solidario

Hace ya más de doscientos años que comenzó la revolución industrial, pero aún hoy día no ha llegado a todo el mundo. Se ha quedado estancada en unos pocos países privilegiados, que a través del latrocinio personalizado y monopolizante, han ido despojando de sus riquezas a otros países que hasta entonces Vivian de sus recursos naturales, es decir: de lo que la madre tierra les proporcionaba para subsistir en equilibrio sin degradar el medio ambiente y sin tener que sufrir después las terribles consecuencias.
 Solamente un veinte por ciento, acapara el ochenta por ciento de la riqueza mundial. Parece paradójico pero no lo es; más bien, y para llamarlo por su propio nombre, diremos que es simplemente un robo, eso si, “con nocturnidad y alevosía”.

 Las aves de rapiña comenzaron a volar desde el principio de la historia, y aún no se han detenido. Cada vez más se va profesionalizando el latrocinio, llegando a unos niveles tan altos que, para seguir viviendo cada día mejor, en el mundo occidental, tenemos que seguir exprimiendo al máximo al ya triste y célebre tercer mundo, hipotecando con ello su presente, y hasta su futuro.

 Con éstas perspectivas, no es de extrañar que cada día que pasa estén llamando más y más pobres a las puertas de nuestros enriquecidos países; y no duden en jugarse la vida atravesando el mar en una enclenque patera; y que para aprovechar más el viaje, valla más cargada de lo habitual con el correspondiente peligro que conlleva nada más alejarse de la playa.

 Por otro lado, esos hermanos que vemos saltando las altas vallas espinadas, con alambres de acero que cortan sus miembros como si de finas cuchillas se tratasen. Si la suerte no les acompaña en ese lance suicida, lo más seguro es que se rompan sus extremidades quedando lisiados, o reventados por el golpe recibido, debido a la debilidad y desesperación que ya de por sí arrastran.

 ¿Hasta cuando vamos a seguir soportando este calvario que, todos los días y en la hora del almuerzo nos pasan en las noticias?

 ¿Cuando comenzaremos a rebelarnos y a exigirle a los gobiernos que utilicen ese pequeño porcentaje de nuestras economías para ayudar a paliar esa hambruna que desbocada recorre esos países del tercer mundo?

 Menos programas espaciales, y más programas especiales para ayudar a levantarse a esos países pobres. Utilicemos los recursos que tenemos para desterrar la miseria de éste maravilloso planeta.

 Pido solidaridad a todos esos países que tienen en sus manos la llave para cerrar las puertas a la hambruna, y apelando al deber como humanos que somos para ayudar a nuestros hermanos necesitados con programas de: -inversión cultural, para que se den cuenta de que tienen que cambiar sus hábitos antiguos por haberse quedado obsoletos y no servir en éstos momentos-.

 -Tecnología para que despeguen y comiencen a autoabastecerse y no tengan que venir a “molestarnos” para enviar algo de dinero a sus familias y que éstas no mueran de hambre.

Y por último, -levantar hospitales para vacunar y prevenir epidemias que están acabando con millones de seres; solo por la mala suerte de haber nacido en unos países donde los occidentales y algún pro-occidental, hemos clavado nuestros colmillos hace mucho tiempo y les seguimos vampirizando día tras día, año tras año; y si las cosas no cambian de una vez, siglo tras siglo.

 Pido, en el nombre de Dios, ayuda para todos estos hermanos desheredados que mal viven, o más bien dicho: -que mal mueren- y que están repartidos por varios países de este bello pero injusto planeta.

 No me extraña nada que esté sucediendo lo que está sucediendo: -catástrofe tras catástrofe-, para ver si de una vez por todas bajamos la cabeza y humildemente miramos al cielo y nos enteramos de que “no somos nada”.

 Por mucha riqueza que tengamos, seguimos estando en las manos de ese Ser Superior que nos da o quita, según nuestro compromiso de solidaridad para con los demás.

 Deseo que ésta reflexión, sirva para despertarnos de éste letargo de conciencia en que estamos sumidos todos los humanos, y que la Luz ilumine nuestras mentes.

  Gumersindo Matilla Acebes