Teresa de Avila

Orense, 30-4-2012 Mensaje de Teresa de Ávila

La madre Teresa de Ávila decía a Jesús: -Yo estoy enamorada de ti porque te amo tanto... permíteme decirte que tú eres ese amor eterno que nunca perecerá. Soy tan feliz con esa manifestación en mi pequeña alma...
¡Oh Jesús, mi bello Jesús! No quiero dejar de amarte nunca porque sería morir sin tu amor, y eso no lo quiero. Deseo tenerlo y hacerte feliz, y tú a mí bendito mío.

¡Cuanta dicha experimento cuando tú llegas a mí...! ¡Qué calor siento en mi pecho ardiente...! ¡Qué placer divino siento...! No permitas amado mío, que éste amor de locura se acabe, porque yo sin ti me moriría, lo sabes, sí, me moriría. Ahora que te conozco y te tengo tan cerca, no permitiré que te vayas de mí.



 ¡Oh que dolor experimento solo de pensar que te puedes alejar un solo paso de mí! de ésta doncella que siente el dolor más intenso solo con pensarlo.

 Jesús responde: -No te abandonaré nunca, puesto que me has encontrado y tu alma viva está en conexión con mi Padre Celestial; y tengo que decirte, amor mío, que yo también te amo en mi Dios, porque no sería justo que tú me amaras a mí y yo a ti no.

 Ten presente tu llama ardiente, que ésta llama estará ardiendo durante siglos en ésta Humanidad dormida. No te olvides de esto que yo te digo mi amada. Sigue así con esa Luz Celestial que tanto amor irradia en ésta ciudad de Ávila.

 ¡Oh mi bien! te amo y te necesito para que tu dulce alma irradie luz por todo el Cosmos para todos los seres de éste planeta. Sigue así dando luz a todos, porque cuando me amas a mí estás amando la creación de Dios.
Teresa sigue diciendo: -Amado mío, no hay amor en el mundo como éste que pueda romper el corazón de tanto amor, y mi amor me hace pensar que no estoy bien, porque esto es locura eterna, ¿verdad? Así lo siento y espero.
¿Dónde cabe esta locura tan grande? Te amo amor mío y no dejaré de amarte mientras mi vida siga así esperándote. No te vallas, no te alejes, quiero tenerte más y más cerca, quiero tener esa locura todos los días mientras mi vida no se extinga.

Amor, amor siempre y mucha dulzura para la vida misma que no se debe dejar de amar ningún instante. Mientras amamos nos regeneramos y eso que conseguimos con nuestro amor se multiplica en el espacio mismo.

 Soy consciente de esa locura, y de ese deseo ferviente de estar en conexión con mi Amadísimo Cristo Jesús. Soy una adicta a ese sentimiento. No como ni duermo por estar con él y para él.

 Que Dios bendito me proteja y me guie en mis pasos acelerados. Que Dios me guie siempre hacia la eternidad. ¡Por Dios! ¿Qué es esto? ¿Es amor de locura? Veo las rosas y ellas se extrañan de éste sentimiento tan frenético, pero autentico.

Las miro con fijación y respeto, porque ellas son mis hermanas más pequeñas y las tengo que enseñar para que ellas elijan la manera de responder a tal pasión.

 ¡Oh amor, amor! cuando digo esto se me ensancha el alma y ésta crece y vuela como una golondrina. ¡Ay amor cuanta pasión...! Se me estremece el alma de éste sentimiento que siento dentro. Es brutal, es pasional el amor tan grande y tierno, y os digo mis amados seres que no es pasional, sino dulce y cautivador que me abre las entrañas de ese sentimiento puro y noble. ¡Cuanto amor siento en ésta vida tan efímera! Solo yo soy portadora de ésta bendición.

Mis amados soles, yo os visito cuando meditáis y trabajáis aportando todo el amor que podéis canalizar y me presento para daros el hermoso testimonio de que yo me encuentro entre aquellos que aman al Señor Dios de los ejércitos.

Aquí estoy yo, presente y ausente; y a la vez soy yo ese ser que canalizáis que también se brinda para ahuyentar las bestias que puedan venir a perjudicaros en estos momentos de acción y reacción. Sin embargo, siento que tengo que deciros la verdad, dulce verdad de mi vida: -Soy una hermana de la caridad eterna que su misión es atraer a su lado la fuente de la sabiduría humana. Yo soy Teresa de Jesús que se desplaza desde los horizontes lejanos para deciros el gran amor de verdad que siento por todos los que trabajáis en el dulce, dulcísimo amor de Jesús y de su madre María.

 Qué tiernas palabras dice ésta hermana. Son poseedoras de una reliquia tan pura y noble como las que canalizarán las hermanas novicias del convento de Santa Teresa del niño Jesús.

 ¡Oh Dios, mi Dios, mi dulce espíritu...! que se me llena la boca de ilusión cuando rememoro aquel periodo de mi existencia tan gentil y útil a la vez; y que sabiendo todo cuanto poseía no era consciente de aquel periodo de mi vida y de mi existencia truncada por los delitos cometidos.
Soy yo ese ser que tanto quise hacer y no pudo por no estar capacitada para representar mi misión en aquellos momentos de la transición. No quisiera pensar que mi muerte fue inútil.

¡Oh mi vida! en esos términos os digo, que todo tiene un sinfín de relatos que nadie quiere acatar por miedo a las culpas de aquellos que perecieron en un estado de rebelión y no justificaron las infamias que conmigo han hecho.

Hoy, desde aquí pido perdón por el daño causado. A pesar de establecerse en mi una conducta noble y verdadera, sufrí lo mio y deseo deciros que todo tuvo su proceso en el amor verdadero. Tocante a mis alucinaciones, yo veía a Dios en mi ventana y era normal, puesto que solo vivía para Dios y mi buen amigo Jesús, que en mis delirios el me aportaba su buena fe para que yo me reforzara en mi bondad.

Soy yo la que en espíritu me traslado a tu lado para ponerte sobre aviso. No tengas miedo en todo lo tocante a la obra eterna. Es lo más maravilloso del Cristo Jesús y toda su cultura llena de amor y bondad. Mientras tanto, mi niña querida, refuérzate con estas palabras que son un tesoro. No las dejes en la esquina de tu escritorio. Dales salida y muéstrales la luz; y dile a tus amigos que Dios no ofende jamás, solo nos puede poner a prueba.

Y tú, mi ángel querido, sigue en la obra de éste espíritu que más tarde te dará su eterno amor y no te podrá olvidar jamás. Bendita tú. Gracias por canalizarme.