Sobre la disciplina


Orense, 30-3-2012 Mensaje del Amado Maestro Jesús

Yo soy aquel que un día dijo: -Amaros los unos a los otros; y como veo que habiendo pasado tantos y tantos años y todavía no sabéis amaros, ¿cómo creéis que yo me siento sabiendo que todavía no sabéis perdonar al que os hirió ayer? ¿Qué pasa conmigo amigos míos que no me escucháis? 
Siendo yo joven y apuesto, también sentía la necesidad de hacer alguna que otra diablura, pero el respeto a mis antecesores me hacía ser reservado y a la vez meticuloso. Sentía una gran devoción por aquellos seres que tanto interés ponían por resolver las dificultades que atravesaban todos en los pueblos cercanos a mí.


Siendo ése un motivo más para estar en disciplina constante tenía unos intereses que hacían que mi orgullo de adolescente se precipitase algunas veces. Yo sabía que también me equivocaba y pedía consejo a mis máximos responsables. Les pedía que me orientasen en todo aquello que era mi mayor responsabilidad, y dándome cuenta de todo, ellos me calmaban quedando yo más tranquilo en todo aquello que veía mal.

Tuve que aprender a tejer mi don divino, pues hasta aquel momento no sabía como tratar de derribar las murallas que se interponían en mi vida cotidiana. Poco a poco empecé a entender lo que sucedía a mí alrededor, puesto que las gentes se dejaban llevar por los miedos y rencores, y eso les hacía ser gentes ignorantes. No leían, no sabían comportarse con cultura. Todo era una especie de jauría, y para los adolescentes sensibles aquello les hacía ponerse enfermos.

Yo, como sabéis, tuve mucha suerte con los seres que se hicieron cargo de mi cultura (Los Esenios) y mi enseñanza transcurrió satisfactoriamente. Yo sentía dentro de mí mucho, muchísimo amor, pero no sabía como encauzarlo; tanto que más de una vez me llegué a sentir avergonzado de aquel amor tan avasallador.

Mis superiores me decían que aquel amor me llevaría a la cima, pero yo no entendía nada. Solo el tiempo y el estudio me dieron las respuestas. Todo estaba dentro de mí, de mi máximo poder del respeto a mi mismo. Todo estaba grabado en mi conciencia en la sabiduría interior que todos traemos a la vida, unos más liviana y otros más transcendental.

Pero eso no quiere decir que no nos esforcemos por encontrar nuestro propósito, aquel que en su momento nos fue confiado.

Yo espero que entendáis mi mensaje, puesto que muchas de las cosas que os suceden son avisos para que rectifiquéis en vuestros errores. ¿No sabéis que aquí todo está de paso? Solo allá podréis disfrutar de algo maravilloso como es la felicidad duradera, porque yo sé que a vosotros os ocurre una cosa: -Pensáis que no existe el amor de verdad-, pues sí que existe. En los planos de luz solo existe el amor, la concordia, la tolerancia y la felicidad, y esa dicha es compartida con todos los que deseen estar en unión con la ley de mi Padre Dios.

Él creó esa ley para todos los seres y aquellos que la acatan son felices y viven en paz con ellos mismos. Sin embargo, los que no lo son, sufren continuamente porque no se quieren así mismos y tratan de ser superficiales, y no dan crédito a nada importante que no sea el materialismo o pensar solamente en sus sueños equivocados.

En ellos persiste el abandono total de su alma, y creen que pueden con todo sin contar ni una sola vez con los seres que les recriminan esos hechos. Por lo tanto, tendrán que sufrir las consecuencias de sus actos, puesto que no pensaron en que hay algo más en la vida que pasarlo bien a su manera. Sin embargo, aquellos que se afanan por recuperar el tiempo perdido, son ayudados de manera noble porque se les ve el esfuerzo que hacen para superarse en éste conocimiento.

Son ejemplos que yo os pongo. Si sois capaces de emprender una nueva vida, seréis capaces de apreciar a Dios. Él os amará igual que si trabajarais todo el día en penumbra para encontraros con ese ser tan importante. Él asume vuestra responsabilidad y solo desea vuestro cambio, y sabe de antemano que al final de ese trayecto todos estaréis con Él dándoos cuenta que ha sido una torpeza entretenerse tanto tiempo en cosas poco provechosas para vuestra alma.

Bueno, mis pequeños luceros, como sabéis yo estoy siempre dispuesto a que escuchéis mis palabras y mis mensajes de amor. Dedicaos todo el día si esto fuese preciso, pues son momentos necesarios de éste conocimiento para haceros entrar en razón, puesto que a mi lado tendréis todo cuanto necesitéis. Sería mi máxima preocupación si no me entendieseis.

Creo que hablo claro para todas las mentes sin escatimar nada de energía. Suponiendo que todos quisieran regresar a un paraíso de luz y de amor constante, solo tenéis que pedir, pues aquí estamos deseando recibir vuestra notificación de que entráis a formar parte de ésta escuela gratificante y sabia que hará de vosotros unos seres con más valores de los que antes podíais tener.

La luz de vuestra conciencia comienza a despertarse y a generar un buen sentido de felicidad; para que dándose la ocasión podáis compartir mis conocimientos más amplios de la Ley de Justicia y de Regeneración. Son las leyes más primordiales que vosotros mis amados seres debáis conocer: -Causa y Efecto, y Acción y Reacción. Si estas leyes son cumplidas, no temáis, los ángeles del cielo están encantados de vuestro trabajo. Esto es el comienzo de una trayectoria muy avanzada para que estéis disponibles para trabajar en ella, pues así se dispuso en su día.

Un cariñoso saludo para todos aquellos que leen mis textos y sienten que yo se lo digo a ellos con ternura. Si desean estar a mi lado, yo si lo estaré siempre porque les amo. Que la luz sea siempre en vosotros.

Las flores que ríen mis gracias son más divertidas. No obstante, todas las flores son maravillosas y su perfume es para deleite de todos los seres humanos. Yo las acaricio con mi energía y ellas agradecidas abren sus pétalos para que todo mortal pueda beneficiarse de su primura. Son dulzura, amor y bondad lo que regalan a todos aquellos seres que se acercan a contemplar su hermosura y belleza. En ellas está la poderosa mano de ése Dios generoso que nos da todo lo más esencial. Contemplar las flores es un regalo divino.