MENSAJE DE UN SUICIDA

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Orense, 27-2-2016 Mensaje de un suicida

 Canalizado por alguien del grupo

 Gracias hermanos por escucharme, al fin puedo dar testimonio de mi desgracia existencial y del gran dolor que llevo dentro de mí. Necesitaba ayuda, pero, ni lo vieron para poder dármela, ni yo tampoco la pedí; aunque lo decía a gritos sin pedirla, la pedía a gritos.
 A veces se envuelve uno en sí mismo y, aunque mandas mensajes, o bien por comodidad, o porque cada uno anda a la suyo, y uno mismo también lo hizo, pues no se dan cuenta de esos mensajes y la actitud con que lo estás pidiendo. Pero tampoco está la persona adecuada y despierta que se pueda dar cuenta del problema que uno tiene.

En ese momento, llamémosle psicológico, por las cosas y por los problemas que uno tiene, aunque algunos lo saben, otros no y no te atreves a contarlo, allí acabas como he acabado yo: quitándome la vida.

 ¡Ayyy Dios mío…! Mala cosa; porque nadie puede poner fin a la vida de uno, ¡nadie! porque son tiempos que uno no acaba, vida que uno no consume, que no se lleva al otro lado experimentada.

  Eso es fácil; poque hoy hay tantas cosas a la mano de uno que eso es muy fácil de hacer. Es fácil porque tienes las cosas, pero es difícil cuando ya lo has hecho. Y cuando después pasas al otro lado y te dicen como es la realidad, que no tenía que haberlo hecho... Cuando tú no piensas ni crees que hay algo al otro lado, ja,ja,ja. Dejadme que me ría; como muchos que se creen que cuando se muere se acaba todo, y no saben que ni a los animales les ocurre eso.

 Pero, en la vida no nos enseñan tantas cosas. Tenemos tanta tecnología… ¿cómo vamos a pensar en esas cosas la mayoría? Algunos sí que lo saben; pero los que nos creemos tan listos pues todo lo tenemos que ver y ver el porqué, ¡verlo! Pero esto como no se ve, buff, pues no se hace caso ni se cree en ello. Pero, ¡vaya por Dios!

  Yo me tenía que manifestar hoy para deciros eso, porque le estaba produciendo ese agobio a esta hermana; y también tenía que manifestarme, pero en alto, para escucharme a mí mismo; y lo que yo no me atreví a contar en vida lo conté hoy aquí, y ello me llevó a lo que me llevó.

 Siempre hay formas de salir de las cosas y vicisitudes que uno tenga, pero a veces somos tan cobardes; cobardes y valientes al mismo tiempo, no sé… Porque cobardes somos cuando acudimos a ese acto pensando que nos liberamos. Pero en realidad creo que no somos conscientes cuando lo hacemos, aunque pienso que tampoco es valentía.

  Bueno, os doy las gracias por escucharme. Yo tenía que haber ido a una persona, a un especialista o algo así, pero yo era una persona muy preparada y que también estaba tomando algunas tonterías, pues, aunque yo tenía fuerzas para hacer las cosas, era poca cosa y yo ponía muy poquito de mi parte. Caminaba, sí; pero si en ese momento estaba bajo, pues tomaba esas drogas y por unas horas me creía el rey del mambo.

 Preguntamos: ¿acudías a las drogas?

  No mucho, pequeñas cosas. No drogas fuertes; cosas que te ponían un poquito y que te daban ánimo y que me ayudaban en el día a día y eso… Y también para evadirme y no tener que contar mis miserias a la gente y la familia, porque, ¡cuidado! al fin y al cabo eran mis miserias. Como la mayoría de la gente, todos, el que más y el que menos tienen sus miserias. Todos tenemos nuestras propias historias.

 Bueno, yo os doy las gracias; y también lo hago para que podáis trasmitir que estas cosas no se deben hacer. Uno debe de pedir ayuda. También hace mucho el entorno en el que vives y con los que te rodeas, porque como el ambiente en el que a veces te rodeas es tan superfluo, es tan superficial, pues la gente no se fijan en los demás, hermanos. Pero yo también me incluyo ahí ¡eh! Que lo hice. No valláis a pensar que yo fui mejor que nadie, no. Yo, seguramente que a mí alrededor tenía gente que también necesitaba ayuda, pero no, era más bonito el tomarte una copa y vivir, viajar y vivir muy bien, y después que cada cual se las arregle como pueda.

 Gracias y, tendré que esperar hasta que me toque y Dios se apiade de mí y me lleven a donde yo tenga que ir, pero al menos, ahora he comprendido y solo deciros que ya llevaba tiempo con esta hermana. Pasé a ella en una residencia, pues yo había ido con otra persona allí y en un pasillo pasé a ella. Ella en el momento se dio cuenta que yo me había pegado a ella y se lo comentó a otra persona. “Alguien pasó a mí” –dijo, pero como tampoco yo le di problemas… Yo sabía que quería estar ahí para poder en un momento ser ayudado, y hoy llegó el día y le doy las gracias por ello. Y también os doy las gracias a vosotros por atenderme. Y me están diciendo aquí: “Que tengáis una buena semana”.

  Gracias hermanos, gracias.