Orense, 4-3-2016. Mensaje de los Hermanos de Las Pléyades
Mis oídos se abren, mis oídos se abren
para lo que dicen en el cielo y escucharlo con atención. Las Fuentes Divinas
están enviando toda su energía para que toda la expectación que hay en la
Tierra pueda conectar con ella. Solo os pido, hermanos queridos, que estéis
atentos a esta Divina forma que penetra en vuestros corazones; ya no digo en
vuestras mentes, digo en vuestro corazón.
Alejad el temor de vuestras vidas,
alejad la crítica, alejad ese temor que os priva de la realidad de la vida. Es
la vida eterna... Es lo más hermoso que pudierais tener: -La grandeza de la
Divinidad que está ahí depositada en vuestro interior, en vuestro ser, en
vuestra alma, en vuestro espíritu.
Recapacitad, recapacitad hermanos
queridos. Solo os digo que entréis en vuestro corazón y contempléis lo que hay
ahí. Lo que ese ser que está ahí quiere deciros: la Divinidad hermanos
queridos. Quiero aplicaros todo lo que ya está dentro. Vosotros nada tenéis que
aprender, está todo ahí, hermanos queridos. Está todo ahí desde miles y miles y
millones de siglos. Todo está ahí, nada tenéis que aprender. Solamente tenéis
que estar dispuestos a rectificar en vuestros errores y abrir las puertas a lo
Divino.
Sois espíritus, y como tal tenéis que
responder. Venís a superar pruebas, pruebas, difíciles o no, pero eso lo habéis
pedido vosotros. Nadie, nadie os ha dado nada. A pesar de que vuestras almas a
veces, descontentas reclaman. Pero no pueden reclamar, es que unido a vuestra
mente va unido vuestro ego. Por eso, os digo hermanos queridos que sois muy,
muy afortunados por todo lo que tenéis, y vosotros ya sabéis lo más importante.
Sí, ya lo sabéis.
Solo os pido en este momento que os dejéis
ir, que dejéis volar vuestra imaginación para que os lleve aquellos lugares
maravillosos que ya conocéis. Y allí, tranquilamente, sosegaros y reconoceros.
Pero no tenéis que reconocer a vuestros hermanos, sino a vosotros, vuestro
interior que es lo más importante que tenéis, y pedid a vuestro Padre Creador
que os de la fe que necesitáis.
En el momento que digáis: tengo fe,
tengo fe, veréis lo que sentís dentro de vuestro corazón. El corazón os habla
desde miles y miles de años y os da las pautas a seguir. Solo tenéis que
escucharlo, porque vuestro ser está ahí; ahí protegido.
Hermanos amados, desde aquí, desde Las
Pléyades, os informo que nosotros proyectamos todo el Amor. Enviamos mucha
energía a vuestro ser para que cuanto antes despertéis para poder arrancar de
vosotros esas amargas y duras experiencias que os han colocado. Crueles sí,
porque no aprendisteis lo que teníais que haber aprendido, porque estabais
atados.
Por eso, hermanos queridos, desde aquí,
desde este lugar maravilloso, os informo que sois Luz; sois luceros luminosos.
Solo tenéis que mirar en vuestro interior, hablar con vuestro corazón, tener fe
y no perder la esperanza. Jamás deberéis perder la esperanza.
Sois tiernos, tiernos, hermosos.
Hermosas criaturas que habéis venido a la Tierra, aquí a este planeta a ayudar
a todos estos seres a que caminen hacia la Luz. Habéis venido a ayudarles.
Habéis venido a abrir fronteras. Habéis venido a ayudar a muchos y muchos
seres. Pero también habéis venido a reconoceros y a saber lo que sois.
Y desde aquí, hermanos queridos, os
bendigo; y vuestro Padre está muy contento, muy, muy contento de ver vuestro
corazón; de ver como palpita de emoción y alegría. Y nosotros, también estamos
felices de sentir cómo colaboráis con nuestras decisiones. Colaboráis con
nuestro Amor, y así somos plenos de alegría en unión con todos los seres que en
este momento están seleccionados para ayudar a que la imagen de este planeta
Tierra cambie.
Gracias Luceros. Gracias por aportar
tanta, tanta alegría. Gracias por esta bendición. Sentid vuestro corazón; poned
vuestra mano en él y pedidle ayuda. Pedidle bondad, comprensión, acercamiento a
Dios. Pero lo primordial, lo primordial, pedidle fe, fe en el saber que hay
algo que novéis, pero está ahí.
Benditos seáis todos, toda la Humanidad.
Los rayos del Sol Central os están siendo enviados para que os embriaguen con
su Luz. Que así sea, hermanos queridos, y gracias por vuestra alegría y vuestro
buen hacer.
Gracias y hasta siempre, y que Dios os
bendiga. Y sabed que todos los seres del cielo están en este momento para
ayudaros. La Luz y el Amor palpitan en vuestros corazones. Que así sea siempre,
hermanos queridos. Que así sea para toda la Humanidad.